Había una vez un ratón llamado Tito que vivía en un granero. Tito era muy curioso y siempre estaba buscando aventuras emocionantes. Un día, mientras exploraba el granero, encontró una pequeña grieta en la pared. La grieta llevaba a un pasaje oscuro y estrecho que conducía al exterior.

Tito se sintió emocionado al ver el pasaje y decidió explorarlo. A pesar de las advertencias de sus amigos ratones, que le dijeron que era peligroso, Tito se aventuró en el pasaje. Después de un rato, llegó al exterior y se encontró en el jardín, rodeado de flores y hierba fresca.

Tito estaba encantado con su descubrimiento y empezó a correr y saltar por el jardín. Pero de repente, se topó con un gato. El gato lo persiguió y Tito tuvo que correr para salvar su vida. Finalmente, logró escapar y regresar al granero, pero estaba muy asustado.

Tito aprendió una valiosa lección ese día. Se dio cuenta de que su curiosidad lo había llevado a un gran riesgo y que había sido muy afortunado de escapar ileso. A partir de ese día, Tito se volvió más cuidadoso y se aseguró de siempre estar en un lugar seguro antes de aventurarse en lo desconocido.

La moraleja de esta fábula es que, aunque la curiosidad es buena, también puede ser peligrosa si no se tiene cuidado. Es importante evaluar los riesgos antes de tomar cualquier acción y siempre buscar la seguridad antes que la aventura.